El
concepto de muerte es abstracto y complejo, de ahí que la forma de abordarlo y
comprenderlo dependa de aspectos tales como la edad, la socio-cultura, el nivel
de desarrollo evolutivo, la educación, la religión y otros. Además de los aspectos
emocionales que se encuentran involucrados, no sólo en los niños y
adolescentes, sino en los propios adultos.
Los
estudiosos de la conducta infantil, han manifestado que los niños por debajo de
los tres años, aunque su expresión conductual del duelo no sea tan florida como
en otras edades, sufren un impacto
emocional ante la pérdida de un ser
querido (sobre todo de la madre o del padre)
verdaderamente grande, y sus repercusiones en la vida futura son
impredecibles.
Generalmente
un niño menor de 5 años de edad, aún no entiende los tres componentes
fundamentales de la muerte que son:
·
La muerte es irreversible, definitiva y permanente.
·
Se caracteriza por la ausencia de las funciones vitales.
·
La muerte es universal (todos debemos morir).
Es por ello que consideran a la muerte un
estado temporal como el dormir o marcharse, esta creencia está reforzada por
los personajes de dibujos animados que se “mueren” y “reviven” otra vez, además
del pensamiento mágico característico de esta edad; también consideran que aún escuchamos o vemos a los difuntos o
bien que como son ellos o sus padres nunca van a morir.
Se
considera que alrededor de los 5-7 años se establece el concepto de muerte,
aunque aún “rudimentario”.
Alrededor
de los 9-10 años comienzan a pensar más como los adultos acerca de la muerte,
pero todavía no pueden imaginarse que ellos o alguien que conozcan pueda morir.
La
realidad de la muerte de un ser querido es difícil de aceptar no sólo para el
niño sino para un adolescente y adulto. En los niños puede existir aún un
pensamiento mágico y egocentrista que intente explicar la pérdida, por lo que
en ocasiones el niño puede sentirse culpable y pensar que debido a algo que
hizo o dijo, este ser querido murió.
Las
ideas de muerte de un niño derivan de sus tradiciones familiares y sus
experiencias previas con el tema. Los niños comienzan a preguntar sobre la
muerte cuando ven a un insecto, roedor, o
ave muertos, o cuando se les muere su mascota, es importante en este
momento, responder todas sus dudas (dependiendo claro está de su edad), para
que se forme en él una adecuada idea de la muerte.
Cuando
muere uno de los padres, casi siempre es el progenitor sobreviviente el que
informa a los hijos sobre la muerte, esto es obviamente un paso penoso y
difícil. En algunos casos esta información se entrega en forma inmediata, pero
en otras llega a postergarse por semanas e incluso meses. Muchos padres, en su
afán de proteger a los niños de la impresión y del dolor por la pérdida
afectiva, le informan al niño que el padre muerto se ha ido de viaje o que está
en el hospital, lo que complica aún más la ya delicada situación familiar, y
prolonga el proceso normal del duelo que el niño debe experimentar.
Por
lo común se evita llevar a los niños al funeral o al entierro de un familiar, y
si se los lleva no se les explica la razón de estar allí. Se debe tener en
cuenta que los niños interpretan rápidamente los signos emocionales y
sentimentales de los padres, y si éstos temen
expresarse, los niños tienden a reprimir los suyos e incluso algunos
llegan a negar la muerte del familiar.
Manifestaciones conductuales de los niños ante la muerte
A la conmoción y a la confusión que sufre
el niño que ha perdido un ser querido, se le añade la falta de atención
adecuada de otros familiares que lloran la misma pena y que no pueden asumir la
responsabilidad de cuidarlo.
En
términos generales, si la persona fallecida era esencial para la estabilidad
del mundo del niño, la ira es una reacción normal y esperada. Esta ira se puede
manifestar en juegos violentos, pesadillas, irritabilidad, etc. A menudo el
niño mostrará enojo hacia los miembros sobrevivientes de la familia.
La
ansiedad es otra respuesta esperada en
los niños, ésta se manifiesta por un gran temor a sufrir otra pérdida, esto lo
hará especialmente sensible a toda separación de la figura que cumple con las
funciones de maternidad, haciendo que busque consuelo en algún juguete viejo o
manta. Algunos niños experimentan una regresión a etapas anteriores de
desarrollo, lo que hace que actúen de manera más infantil, exigiendo comida,
atención, cariño y hablan “como un bebé”.
Otra
reacción que se presenta en los niños pequeños es creer que son la causa de lo
sucedido, es decir se sienten culpables.
Consejos para los padres:
El primer paso consiste en asumir la
pérdida, en aprender a expresar sus sentimientos de manera adecuada, de tal
forma que el duelo del padre sobreviviente tome un camino sano.
Una
vez logrado lo anterior, se hace menos dura la tarea de explicarle a los hijos
lo sucedido y se pueden incluir en el proceso de duelo.
Es
sabido por todos que la muerte modifica todos los planes y esperanzas del
futuro tanto para el padre sobreviviente como para los hijos, sin embargo se
debe pensar que no es el fin, que la vida continúa y que el proceso de
adaptación a la nueva situación es lento.
No
se debe obligar a un niño asustado a ir a un velorio o entierro de un ser
querido, sin embargo, el honrar o recordar a la persona de alguna manera, como
por ejemplo, encender una velita, decir plegarias, preparar un álbum de fotos o
contarle historias, puede ser de mucha ayuda.
Los
padres deben estar conscientes de cuáles son las reacciones normales de los
niños ante la muerte de un familiar, así como las señales que indican que el
niño está teniendo dificultad al enfrentarse a la pena.
Una
vez que el niño acepta la muerte, es normal que manifieste su tristeza de vez
en cuando a través de un largo período de tiempo, a veces en momentos
inesperados. Sus familiares deben pasar todo el tiempo posible con el niño y
hacerle saber bien claro que tiene permiso para manifestar sus sentimientos
libre y abiertamente.
En
general todos los niños necesitan que se les participe del problema
brindándoles información correcta y sencilla, que deberá ser acompañada de
apoyo emocional, tal como seguridad y comprensión para afrontar la pérdida.
El duelo patológico
Los niños con problemas serios de pena y de pérdida pueden mostrar una o más de las siguientes señales, lo que lo convierte en un duelo patológico:
·
Un período prolongado de
depresión durante el cual el niño pierde interés en sus actividades y eventos diarios.
·
Insomnio, pérdida del
apetito o el miedo prolongado a estar solo.
·
Regresión a una edad más
temprana por un período extendido de tiempo.
·
Imitación excesiva de la
persona muerta.
·
Manifestar frecuentemente su
deseo de irse con la persona fallecida.
·
Aislamiento de sus
amiguitos, compañeros de clase y vecinos.
·
Disminución acentuada en el
rendimiento escolar o el negarse a ir a la escuela.
Estos
síntomas de aviso pueden indicar que se necesita ayuda profesional.
Intervención terapéutica
Muchas de las
dificultades que experimentan los niños luego de la pérdida de uno de los
padres, dependerán de la conducta del padre sobreviviente con ellos. En estos
casos está indicada una ayuda profesional, que incluya:
1- Terapia Cognitiva: consiste en aclarar mitos, fantasías, falsas creencias acerca de la
muerte. Se trabaja con el pensamiento del sujeto.
2- Terapia Conductual: a través de técnicas de
modificación conductual se tratan las alteraciones de la conducta infantil a
que hubiere lugar.
3- Terapia Familiar: se centra en: - trabajar en la
elaboración del duelo sano
- aceptar las emociones que se vivencian en
relación al padre muerto.
- manejo adecuado de la
culpa.
- trabajar la idealización
del padre muerto.
Dr
Eduardo Hernández G.
Pediatra y Terapeuta de
la Conducta InfantilInstagram: @dr.eduardo.pediatra y @terapiadelaconductainfantil
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