Mientras
determinados niños suelen sonreír frecuentemente llorando muy pocas veces,
otros niños actúan de forma contraria. Estas diferencias, que aparecen desde el
nacimiento, muestran diversos temperamentos
o estilos característicos e individuales de los niños de aproximarse a
los demás y a las situaciones.
En
cierta época se consideró que el temperamento era hereditario, que se
determinaba por “humores corporales”, glándulas e incluso la constitución del
cuerpo: Hoy en día, hay evidencias de que se trata en gran parte de un producto
del aprendizaje; aun cuando la salud y el equilibrio endocrino son influencias
importantes, los estímulos emocionales y el modo en que los niños aprenden a
responder a ellos determinan su temperamento.
Tras
observar a cientos de niños desde el nacimiento hasta concluida la infancia,
los investigadores de la conducta han identificado nueve aspectos innatos del
temperamento. Son los siguientes: el
nivel de actividad física y motora, la regularidad en el funcionamiento
biológico (dormir, comer, evacuar), la disposición para aceptar personas y
situaciones nuevas, la adaptabilidad al cambio, la sensibilidad a la luz, ruido
y otros estímulos sensoriales, el humor (alegría o disgusto), la intensidad en las respuestas, el grado de
atención y la persistencia.
Basándose
en estos aspectos del temperamento los investigadores de la conducta lograron
identificar tres estilos de conducta temprana, llamaron a estos estilos “fácil”, “difícil” y “de reacción lenta”.
El niño fácil es
rítmico, tiene habitualmente pautas regulares de alimentación, sueño e higiene.
Se adapta bien a los cambios de situación y generalmente tiene un humor alegre
y positivo, les gusta acercarse a objetos o personas nuevas. Aproximadamente un
40% de los niños pertenecen a este tipo.
El niño difícil es
exactamente lo opuesto. Es menos predecible en sus horarios, se siente incómodo
cuando cambia la situación, y con frecuencia llora o presenta un humor
negativo. Rechaza nuevas experiencias. Aproximadamente se presenta este tipo en
el 10% de los niños.
El bebé de reacción lenta también se adapta con dificultad a las
situaciones cambiantes y tiende a rechazar a las personas y objetos
desconocidos, pero luego paulatinamente va tomando confianza y se integra. Es
generalmente menos activo de comienzo hasta entrar en calor. Representa un 15%
aproximadamente de los niños.
TEMPERAMENTO
Y PROBLEMAS DE CONDUCTA.
Algunos estudios realizados por los especialistas en
el área afirman que los tipos de temperamentos tienen repercusión en las
conductas posteriores de los niños. Los más estudiados han sido los llamados “niños difíciles”, quienes se han
relacionado con problemas de conducta durante la infancia. La explicación
causal más directa es que esas características temperamentales eran síntomas
subyacentes de problemas psicológicos que ya estaban presentes en el niño. Un
análisis más actualizado de la situación nos indica que aquellos aspectos del temperamento del bebé
que dan lugar a la clasificación de “ difícil”,
como el llanto frecuente y la irritabilidad, aumentan la probabilidad de que
los padres reaccionen ante el niño de forma poco adecuada, ansiosa, creándose
alteraciones en la relación niño-cuidador y, finalmente problemas de conducta
en el niño.
Cualquiera sea la explicación, lo cierto es que
debemos como padres tener conocimientos de las individualidades de nuestros
niños, para así aprender a manejarnos mejor ante sus comportamientos y
canalizar sus energías, en pro de lograr las mejores relaciones padre-hijo. Si
tienes dificultades para entender las conductas de tu bebé no dudes en
solicitar ayuda especializada.
Dr Eduardo R. Hernández González.
Pediatra.
Terapeuta Conductual Infantil.
Instagram: @dr.eduardo.pediatra; @terapiadelaconductainfantil
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