LOS NIÑOS Y EL DIVORCIO


El divorcio es una lamentable realidad social, cuya frecuencia aumenta cada día, se estima que de cada dos matrimonios, uno termina en divorcio, amén que la mayoría de las parejas divorciadas tienen hijos. 

En términos generales, los especialistas en conducta infantil coincidimos en que es menos traumático tanto para los niños y sus padres una separación con una adecuada conducción del proceso, que un hogar en permanente conflicto y agresión.

El divorcio no sólo provoca efectos en quienes se están separando, sino también en sus hijos. Estos efectos van a depender de muchos factores, entre los que destacan: el clima familiar, la conducta asumida por los padres, las razones del divorcio, si el divorcio se lleva a cabo de manera operativa (es decir en términos amistosos y de resolución de conflictos).

Efectos del divorcio en los padres:
Muchos padres que se divorcian presentan diversos tipos de actitudes y cogniciones distorsionadas,  es bastante frecuente que cada progenitor trate de culpabilizar al otro y de no asumir su cuota de responsabilidad, para lo cual intenta conquistar el amor de su hijo para sí mismo y de provocar el rechazo del hijo contra su excónyuge.
De lo anterior resulta que los hijos se convierten en el centro de un campo de batalla y de una guerra de manipulaciones, con grandes repercusiones en la salud mental y hasta física de los pequeños.
Se ha demostrado que el divorcio genera conflictos de rabia, frustración, odio y abandono, cuya magnitud y duración dependerá de la forma cómo se maneje la situación y de las herramientas que ambos posean para su solución, de no ser así, ameritan una ayuda especializada.
Los padres necesitan adaptarse a su nueva condición, que no sólo implica cambios de estado civil, sino muchas veces un cambio de vivienda, trabajo, económico, social y emocional.

Efectos del divorcio sobre los hijos:
Primeramente va a depender de las características individuales de cada niño y de cada familia. En términos generales:
a)   Mientras más pequeño es el niño (menores de dos años), los efectos pueden ser menos exteriorizados, pero más profundos y con efectos que podrían aflorar en edades posteriores.
b)    Los niños en edad preescolar (de 2-6 años), generalmente apelan a la negación (se niegan a aceptar la realidad), también pueden presentar problemas de conducta, tales como: tristeza, aislamiento social, inapetencia, insomnio, irritabilidad o agresión contra los padres, otros niños y hasta sus mascotas.
c)     Los escolares y adolescentes, además de depresión, de permanente tristeza, sienten miedo por la inestabilidad de la familia, se sienten desamparados, son blanco de diversas expresiones psicosomáticas (ansiedad, asma bronquial, alergias cutáneas,  dolores abdominales crónicos, cefaleas).
d)  Muchos niños se creen culpables de la separación de sus padres y a menudo asumen la responsabilidad de reconciliar a sus padres, sacrificándose a sí mismos en el proceso.
e)   Los hijos que han mantenido buenas relaciones con sus padres temen que el divorcio provoque la pérdida de contacto con uno de ellos. Por esta razón, los padres tienen que dejar claro desde el principio que no se están divorciando de sus hijos y que seguirán siendo padres activos preocupados del cuidado de sus hijos.

Recomendaciones a los padres ante un divorcio:
Primeramente deben hablar con la verdad, (en términos claros y sencillos, adecuados al nivel de desarrollo de cada niño) aclararles lo que está pasando o lo que va a ocurrir, pero insistirle mucho en que el cariño y el cuidado tanto del padre como de la madre permanecerá siempre igual.
La explicación del porqué, que siempre preguntan los hijos, será variable y difícil de acuerdo a las diversas situaciones involucradas en el hecho, la más adecuada es la de hablar sobre una absoluta falta de entendimiento de la pareja o sobre la imposibilidad de convivir juntos.
Se debe evitar toda clase de “mentira piadosa”, como el invento que el padre o la madre “se fue de viaje”, ya que crea falsas esperanzas en los niños.
Cada cónyuge debe tratar en lo posible de conservar en el hijo la imagen del padre o de la madre que el niño se formó antes del divorcio.
Es recomendable que independientemente de las características del divorcio, los padres busquen orientación para la resolución de este conflicto y los niños sean llevados a una consulta especializada.
Si el niño muestra cambios conductuales, emocionales o físicos indicativos de profunda afectación por el divorcio, es necesaria la evaluación primeramente por el pediatra y luego por un especialista en conducta infantil.

Dr Eduardo Hernández G.
Pediatra y Terapeuta de la Conducta Infantil
Instagram: @dr.eduardo.pediatra y @terapiadelaconductainfantil


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